La librería El Árbol Amarillo (avenida Sarmiento 710) informa que se encuentra abierta la inscripción para «Leer juntas: Club de lectoras del Árbol Amarillo».
Se trata de un espacio de intercambios pensado para mujeres y que, de acuerdo a sus organizadoras, «busca encontrarse para conversar, reflexionar, recuperar historias y experiencias escritas por mujeres y leer mundos juntas».
Este primer ciclo del club comenzará el viernes 3 de mayo y finalizará el viernes 2 de agosto de este año, y se llevará adelante de modo presencial, de 19.30 a 21.
Este período tendrá cuatro encuentros, donde se recorrerá la obra de escritoras argentinas que permitan «encontrarnos entre líneas y recuperar, a partir de la lectura de estos textos, nuestras propias historias y experiencias», detallaron desde la librería.
La actividad es presencial y arancelada. Para más información e inscripción, escribir al WhatsApp 3624 696822, o por Instagram @libreriaelarbolamarillo.
Por su parte, Marcela Ramírez, dueña de la librería, explicó: «Con mucho entusiasmo presentamos nuestro primer club. La idea es reunirnos una vez al mes en la librería para poder conversar sobre la lectura de un libro que proponemos unas semanas antes, desde nuestras historias, de lo que nos pasa a partir de esos textos y para reencontrarnos con otras mujeres, con nuestras ancestras y con nosotras mismas».
«Creemos que un club de lectoras es un espacio, una experiencia, un tiempo para compartir la palabra. Y que las mujeres que leen necesitan un espacio propio, necesitan juntarse a leer, a compartir ideas, pensar, entender, resignificarse y resignificar el mundo», concluyó.
PROGRAMA COMPLETO DE LECTURAS
Viernes 3 de mayo
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- María Elena Walsh (2024). El feminismo (Alfaguara).
Viernes 7 de junio
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- Belén López Peiró (2018). Por qué volvías cada verano (Lumen).
Viernes 5 de julio
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- Alejandra Kamiya (2024). Los árboles caídos también son el bosque (Eterna Cadencia).
Viernes 2 de agosto
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- Samanta Schweblin (2019). Distancia de rescate (Random House).
MAYO: EL FEMINISMO, DE MARÍA ELENA WALSH
Todavía los movimientos de mujeres no habían eclosionado en la Argentina, cuando María Elena Walsh escribía y cantaba palabras incómodas, cuestionaba los rígidos roles asignados a mujeres y varones, y se manifestaba contra la misoginia y la violencia machista.
El feminismo reúne buena parte de esos textos, lanzados desde diarios y revistas, columnas radiales, discos y escenarios. Escritos, compuestos o publicados a lo largo de unos cincuenta años -algunos inéditos-, son de sorprendente actualidad, la confirman como la referente intelectual que es para muchas generaciones de argentinos y la revelan, además, como una precursora y una feminista pionera.
JUNIO: POR QUÉ VOLVÍAS CADA VERANO, DE BELÉN LÓPEZ PEIRÓ
En la contratapa del libro, Gabriela Cabezón Cámara escribió: «Hay libros que son hechos. Este es uno: se puede leer como una novela, como una denuncia, como la propia construcción. Porque es todo eso: una novela polifónica, el relato de un abuso padecido en la adolescencia en manos de un hombre armado, un tío poderoso, el macho de la familia y del pueblo. Y un hecho: acá está la mujer que fue la nena que ese tipo quiso romper para su uso personal. Y está toda entera, fuerte, hablando de lo que da tanta vergüenza hablar. Escribiendo contra todos los que intentaron callarla. Contra sí misma, incluso, a veces. Este libro es una batalla: la que ganó Belén López Peiró iniciando un juicio, buscando asesoramiento legal en un sistema que no les prodiga justicia a las víctimas, contándoles a todos sus parientes y vecinos, obligándolos a ver lo que no querían ver. Y escribiendo, haciendo de su propia experiencia una obra exquisita, una intervención política poderosa. Y muy necesaria».
JULIO: LOS ÁRBOLES CAÍDOS TAMBIÉN SON EL BOSQUE, DE ALEJANDRA KAMIYA
La estructura de estos cuentos es una cuidada cadena de precisión: nada de lo que la autora escribe o pone en juego queda librado al azar, porque lo que se nombra, aquello que se dice y, sobre todo, lo que los personajes callan, se vuelve un verdadero centro de gravedad, un peso propio que maneja el sentido de lo que se cuenta, como cuando, precisamente en «Los nombres», quien narra dice, casi a modo de manifiesto o ars poética: Eso que no tiene nombre, existe. Simples acciones como preparar un té, cocinar un desayuno perfecto o cavar un pozo se transforman en ceremonias privadas imbuidas de una profunda filosofía –una filosofía que se filtra desde las raíces familiares japonesas de la autora–; en otro plano, bajo la superficie de la acción, el límite entre lo normal, lo cotidiano y lo extraño puede tornarse difuso y el presente idílico de una historia sencilla puede abrir una ventana sorprendente y hasta trágica.
Si bien casi todos los cuentos de Los árboles caídos también son el bosque han sido premiados en Argentina, América Latina y España, varios forman parte de antologías y le han valido a la autora un sólido reconocimiento como cuentista, es probable que para la mayoría de los lectores este libro de Alejandra Kamiya sea una grata novedad: el descubrimiento de una magnífica escritora.
AGOSTO: DISTANCIA DE RESCATE, DE SAMANTHA SCHWEBLIN
Esta novela con características de thriller y mucho suspenso, se centra en la sensación de estar perdiendo a un hijo. Un relato inquietante que cuenta cómo una tranquila estancia en el campo se puede convertir en una pesadilla. Y, como las buenas novelas, revela una trama que va más allá de la historia que cuenta. Amanda, la narradora, agoniza en una salita de emergencias. La voz alucinada e inconsciente de David le hace preguntas. Amanda no entiende por qué se está muriendo, ni dónde está Nina, su pequeña hija.
Para entender tiene que recordar todo lo que pasó desde que llegó al campo, cuando conoció a Carla, una vecina con un hijo enfermo. Ahí comenzó la pesadilla. Mientras narra lo que es capaz de recordar: cuándo enfermó el caballo, cuándo apareció un pájaro deforme, Amanda le explica a David que muchas veces piensa en algo que llama «distancia de rescate», que es la distancia variable que la separa de Nina. Siempre calcula el tiempo que le costaría correr hasta Nina si algo pasara. Esa distancia es como un hilo transparente que debe tensarse, pero no cortarse.